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Dibujando con la luz

Dibujando con la luz

Gonzalo García (Madrid, 1968) es un reconocido técnico de sonido de la escena madrileña. Habitual de la sala Galileo de Madrid, “como técnico suplente, en el 2019 hice 86 bolos”, vive en el Pardillo desde hace dos décadas y hoy charlamos con él sobre fotografía nocturna. “Nunca había hecho fotos de fuegos artificiales, aunque no partía de cero y, por eso, más o menos, dan el pego”.

Reconocimiento
Como no conviene andar de noche por un terreno desconocido, Gonzalo ya ha explorado la zona previamente, ha buscado el mejor encuadre y comienza a realizar cálculos lumínicos para la foto que sacará horas después. Cuando la oscuridad se impone, Gonzalo juega a atrapar luces con su Olympus. Con la foto de larga exposición en marcha, traza líneas y contornos con la luz de sus linternas. 

Afición  retomada
Cuando vi en Google Maps la foto que hiciste de la Casa Palata o Casa de la Patata (Galapagar) pensé que era una foto nocturna “normal” y que el escenario estaba iluminado con diferentes focos de colores. “Nooo”, ríe. 

Aficiones
Gonzalo indica que sus dos grandes pasiones, la fotografía y la música, le vienen de pequeño. Aparcó la primera por falta de presupuesto. “En los años 80 y en los 90 había carretes y un revelado costaba dos o tres mil pesetas. Era un dinero y más si eras joven y no tenías un pavo. Había por casa una cámara manual, me compré un trípode e incluso el disparador con la perilla, pero era una afición cara y acabé dejándola. La retomé hace unos diez años tras hablar con una compañera aficionada a este tipo de fotografía. Se alinearon los astros. Ahora, con las cámaras digitales, ves la foto al momento. En aquellos años tenías que ir con una libreta apuntando y luego esperar a ver qué salía. Ahora puedes modificar sobre la marcha. Se abrió un mundo increíble y me decidí. Pedí prestada una cámara y empecé a jugar”. 

Inmensas posibilidades
Gracias a la generosidad de profesionales como el fotógrafo asturiano Frodo Alvarez DKL, aumenta el número de aficionados al light painting. “La cantidad de posibilidades de la fotografía nocturna es inmensa. Puedes hacer cualquier cosa que te imagines. Y es una foto real, no es un montaje de Photoshop. Es muy entretenido y como todas las expresiones artísticas tiene la capacidad de absorberte, de hacerte perder la noción del tiempo. Ahora en invierno hace frío, pero es mejor porque a las siete de la tarde ya es de noche. En verano puede que hasta las once y media no haya oscuridad real y luego te pueden dar las cinco de la mañana”. Eso sí, Gonzalo evita salir a fotografiar las noches de los fines de semana. “Llegas por la noche al lugar elegido. Me gustan los lugares ruinosos, las vías de tren, los búnkeres, los dólmenes, los vehículos abandonados y los grafitis, que no las pintadas. Voy siempre con dos mochilas: llevo dos trípodes, dos cámaras y luego un arsenal de linternas, pilas y focos raros. La mayoría de las cosas las hago con una linterna alargada, parecida a la de la policía, que da luz cálida y con la linterna de LED, que da luz fría. Además utilizo una pequeña linterna RGB, con la que voy cambiando de color. A partir de ahí vuela la imaginación. Es relativamente sencillo porque, en mi caso, el modelo no se mueve”.

Efecto terapeútico
La fotografía, en ocasiones, es una vía de escape y tiene un efecto casi terapéutico. “Te embelesa, te quita los problemas de la cabeza, como cualquier arte. Ante una foto o una obra que me gusta me quedo clavado, como en pause, te lleva a alguna parte al igual que una canción”.

Lugares insólitos
Su afición le ha llevado a parajes insólitos. Ha sacado fotos en el pueblo fantasma de El Alamín, en Madrid, a la locomotora Mikado abandonada en Villarcayo (Burgos) y a varios dólmenes en Cáceres. “Aquí -dice mientras muestra la foto del dolmen- hice una foto de día y otra de noche. Hice esta en la “hora azul”, solo iluminé el blanco y el rojo de dentro. El cielo no se había oscurecido del todo y le da el aporte de color que falta. Es muy entretenido porque es un tipo de foto muy creativa. Un amigo ató hilo metálico a un rodillo de pintar y lo que se ven son las chispas que saltaron cuando giró el rodillo. Solo es experimentar y son fotos únicas, es imposible hacer dos exactamente iguales”. 

La camioneta de Quijorna
Gonzalo tiene sus fotos preferidas. Nos muestra la vieja camioneta de Quijorna. “Le tengo cariño porque fue una de las primeras fotos que me llamaron la atención nada más verla. Iluminé con dos linternas, una blanca para hacer un general y, luego, con la RGB, me di todo el paseo. Esta foto tuvo un tiempo de exposición de más de 8 minutos. Fui cambiando de color, poniéndole el amarillo en los focos y luego, el resto. Cuando empecé a hacer fotos todavía había luz. Son muchas fotos hasta que encuentras la imagen que buscas. Con una cámara estaba haciendo la foto y mientras, con la otra, sacaba fotos cada minuto o una cosa así. Para obtener la foto final empleé más de 4 horas y luego la monté. Controlas la cámara desde el Ipad y vas viendo la foto mientras la haces. Fui iluminando por trozos, jugando con los colores, cambiando el lugar desde donde iluminaba. Si me pasaba iluminando, en la siguiente reducía el tiempo. Muchas veces, mientras ilumino, voy contando segundos en voz alta. Todo eso se va sumando a la foto. Estuve más de tres horas dando vueltas al camión, iluminando de todos lados. Los profesionales pueden hacer cinco o seis buenas fotos por noche, yo me conformo si hago dos”.

Descodificando audios
En el caso de Gonzalo, la fotografía y el sonido van juntos, pero no revueltos. Su afición por la música le viene de niño. “Sonaba en la tele la canción de Barrio Sésamo y me la sabía con la batería -tararea, sonriente-. Esas cosas son las que te hacen preguntarte si eliges la profesión o te elige ella a ti.

El musical Franciscus (2018), de José Luis Moreno, fue su trabajo más complejo. Gonzalo ha vivido en directo la gran transformación que ha supuesto la digitalización en el mundo de la música. “En los 90, para grabar un disco en directo había que montar un lío de equipos que no veas. Ahora vas con el pendrive.  El cambio del mundo analógico al digital ha sido tremendo”.

 

 

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